miércoles, 25 de agosto de 2010

¿Cedería la humanidad su alma?

Después de leer el siguiente artículo me he preguntado si la humanidad u otra especie inteligente sería capaz de sacrificar su cuerpo biológico para dar lugar a una raza de máquinas pensantes.

¿Por qué esta pregunta? Porque el hombre (como ejemplo único conocido de especie inteligente, los delfines no cuentan) tiene una naturaleza autoconservadora y en cualquier aspecto de su pensamiento y de su razonamiento, esta naturaleza siempre lo ha dominado. La idea del artículo es buena, sin duda, en una lógica absolutamente objetiva, sería el curso natural de cualquier especie, ceder su naturaleza biológica para poder alcanzar de algún modo la "inmortalidad".

Sin embargo un gran "pero" se presenta en esta línea evolutiva, el alma o espíritu, el concepto que hace de cada individuo un ser único. Es un concepto abstracto que cada individuo interpreta de distinto modo pero que en todos los casos implica la unicidad, sobreviva ésta sí o no a la muerte. El concepto de alma, en el caso de que no sobreviva a la muerte, puede considerarse un sinónimo de mente (en francés, por ejemplo, son la misma palabra, "esprit") y la mente es el nombre que le damos al "cognos", a nuestra conciencia, lo que define nuestro pensamiento y nuestro comportamiento y muy en el fondo, en la raíz misma de nuestra mente, una vocecita nos dice que somos únicos porque somos de carne y hueso y que debemos de proteger nuestro cuerpo y nuestra progenie.

El que habla es nuestro subconsciente, que asocia nuestra calidad de únicos con nuestra naturaleza biológica, es el que nos dicta nuestros instintos más básicos, el que nos dice que hemos de comer y el que muchas veces dicta su voluntad en nuestras relaciones. Otra pregunta que nos podemos hacer es si estará en lo cierto. Y yo pregunto, ¿alguna vez vuestro subconsciente se ha equivocado? En cualquier caso, la realidad es que ese impulso de preservación está ahí y que no es algo fácil de ignorar. Y al igual que lo tenemos los humanos, podemos extrapolar que sería totalmente normal que cualquier otra raza alienígena se rigiera por las mismas reglas.

Por lo tanto, la pregunta queda ahí, al igual que la duda, de si una especie inteligente, más inteligente que nosotros ahora mismo, o bien la humanidad en un futuro, sería capaz de sobrepasar este impulso de autoconservación para ceder su "cognos" a un ser artificial, arriesgándose a perder su naturaleza única y probablemente también su alma.